- En el pensamiento judeo-cristiano, la muerte es la consecuencia del pecado original cometido por Adán y Eva, la primera pareja. Ellos se alejaron del Dios de vida al transgredir la ley divina. En efecto, Dios le había permitido al ser humano comer de todos los árboles del jardín del Edén, excepto del árbol de conocer el bien y el mal, porque, dice Dios, «el día en que comas de él, tendrás que morir» (Gn 2, 17). Es decir, que para no conocer la muerte le estaba prohibido al ser humano el discernir por su cuenta lo que está bien y mal. Ese juicio se lo tenía que dejar a Dios.
- En el Islam, en primer lugar, la muerte no es un castigo impuesto a Adán y Eva o a sus hijos con motivo de alguna desobediencia. Cuando Adán comió del árbol prohibido y se arrepintió, Dios le perdonó. Si murió, es porque en eso estaba su destino inevitable. El de todos además, de todos los hombres y de todas las criaturas en general.
«Dios os ha creado, y luego os llamará» (Corán 16, 72).
«Dios es quien os ha creado y enseguida os ha proporcionado el sustento. Más adelante os hará morir y, por último, os resucitará» (Corán 30, 39).
El término «morir», en árabe mata, como en todas las lenguas semíticas, es el infinitivo de un verbo intransitivo que se puede encontrar también bajo una forma transitiva que significa «hacer morir» (la cuarta forma amata en árabe y hemit, en hebreo).la muerte no tendría lugar sin la vida. La muerte no es más que un paso en el camino de la vida humana. Y esto según un principio fundamental alrededor del cual se configura la gestión de este mundo: «Aquél que ha creado la muerte y la vida para probaros y conocer así quién es el que mejor obra entre vosotros» (Corán 67, 2). el hombre ve la muerte como un gran mal, aunque en realidad sea un episodio en una serie de etapas que llevan a la vida feliz y eterna. La eternidad está exclusivamente reservada a Dios. El hombre, el animal, el vegetal, el djinn (genio), el ángel, todo cuanto vive en los cielos, sobre la tierra y entre los dos está condenado a morir. - La preocupación del hindú no es la muerte. Desde su nacimiento, la muerte para él no es un término. Él va a renacer en otro lugar y lo importante es interrumpir la cadena de los renacimientos. Desde siempre, él pertenece a la eternidad. Él es una manifestación de lo divino. Desde su nacimiento, es un ser extraño al mundo. Tiene ya una preexistencia, ya ha existido de alguna manera, y cuando él desaparece, no hay paso del ser a la nada.
Si el occidental va tras la inmortalidad y desea eludir la muerte que le angustia, el hindú en cambio busca liberarse de la vida, escapar a la existencia terrestre. Él considera su existencia terrestre, social, «histórica», como negación del ser, y su objetivo consiste en renunciar a ella. La existencia es para él ausencia de realidad y no-afirmación de lo que es y deviene. Todo se opone, por tanto, a una valoración de la historia en el sentido en que es entendida por el occidental.
La sociedad actual ha secuestrado la muerte. Podría decirse que hoy se tiene una cierta tendencia a escapar de la conciencia de la muerte. Hace 30 años, los niños veían morir a sus abuelos en casa, hoy los tanatorios han suplido el proceso de duelo y se ha establecido un cierto tabú con este concepto. La gente no se lo plantea, o lo vive con indiferencia. Con esta mentalidad no se valora un hecho de vital importancia, con el que tarde o temprano todos tendremos que enfrentarnos*.
A lo largo de la Historia la muerte ha cambiado de portador, ideal, mentalidad, etc. Pero aún sigue siendo un misterio su destino inmediato. Como sabemos hay puntos de vista cientificos y religiosos. Antes de la Llegada de la Razón, la muerte en muchas culturas jugaba el protagónico. Hasta era favorecida de culto.
Pero en lo que todos coincidimos, es que no sabemos que pasa cuando el cuerpo deja de funcionar. Pero no todos queremos saberlo.